Cristina Díaz López es una joven artista madrileña que disfruta cada rincón de una ciudad que le inspira y recorre con su grupo de amigos en busca de su propia identidad. Una cita en la Plaza del 2 de Mayo nos sirve para acercarnos a su presente y futuro como creadora. También a la realidad de una generación.
«Llámame Cris», me dice nada más conocernos para hacer esta entrevista. Tiene 24 años y ha vivido en Málaga, Dublín, Londres y Aranjuez, donde terminó su carrera de Bellas Artes.
Un plátano tatuado en su antebrazo izquierdo nos lleva a comenzar a hablar de su pasión por al Pop Art y Andy Warhol. Se trata del diseño que realizó el artista neoyorkino en 1967 para la portada del disco de la banda de rock The Velvet Underground.
«Volví a dibujar en Dublín, acordándome de lo mucho que me gustaba de niña. Después estudié Bellas Artes y encontré mi sitio. La atmósfera de la Universidad sacó todo lo que tenía dentro. Hoy sigo creciendo», continua Cris.
Como artista, transmite una seguridad y madurez poco habituales para su edad. Sobre la actitud del artista y cómo éstos miran el mundo, dice: «trabajamos unas disciplinas, como cada profesión. En nuestro caso son los sentidos y nuestra mirada es capaz de ver un color, un plano, un paisaje o un instante de forma diferente, de una manera artística».
La conversación nos lleva hasta la peliaguda situación de enfrentarnos a una obra: «Delante de cualquier obra hay que plantearse lo que te hace sentir. Si te llama la atención o si no lo hace. Una obra es un encuentro y puede ser alegre, feliz, triste, provocativo, o muchas más cosas o nada de nada».
En su evolución, la ilustración, el diseño gráfico, el cómic o el grafiti son caminos que sigue explorando.
«Lo que me interesa del arte urbano es que está cerca del día a día de las personas»
Sale a firmar las paredes de Madrid pero esta faceta prefiere dejarla en el anonimato. Aunque no tiene problema en contarnos por qué lo hace. «Me interesan las personas que me encuentro. El arte urbano es una mezcla entre egocentrismo, algo territorial y reivindicativo. Es gritar «esta soy yo», un yo artista, claro. Lo que me interesa es que está cerca del día a día de las personas, de todas las personas».
Cris continúa reflexionando sobre este tema, consciente de lo polémico que resulta: «Está el grafiti más oscuro y radical, como la firma, las piezas, el hackeos, las pompas o las pegatinas, y luego está el muralismo. También tiene que ver con el tiempo o con la edad. Los jóvenes queremos contar cosas y reivindicarnos a nosotros o a temas que nos preocupan, con los años veo cómo los que han adquirido un reconocimiento aceptan encargos y trabajos que prestigian con su firma. Me parece normal. Creo que la juventud debe estar en esa euforia de la ilegalidad y seguir siendo clandestinos para después, con el tiempo, quien quiera o quien pueda, salir a la luz».
Pese a la experiencia de la calle, la artista tiene claro su rumbo. «Lo que más me gusta es la ilustración, el diseño de moda y el diseño gráfico. Me gusta la publicidad, la cartelería y el cómic. El grafiti o el tatuaje están muy guay, pero para mí es más un tema social».
«Mi obra es autobiográfica»
Centrándonos en su trabajo comenta que: «Mis ilustraciones y diseños son bastante poperos y trasher (sucios, locos). Me gusta hablar de temas inspirados en mi vida. Mi obra es autobiográfica y me muevo en el conflicto, cuando me enfado, que sucede a menudo, me gusta dibujarlo, casi de forma terapéutica», continúa Cris.
Es consciente del momento y del camino, de todo lo que le rodea y de cómo sus decisiones serán parte del aprendizaje como artista. «El ambiente y las personas que me encuentro me han formado y dirigido. Estoy en ese momento de querer vivir todas las experiencias posibles. Probar e investigar es parte de mi formación y lo que determinará cómo seré como artista. También me interesa mucho la experiencia de vida y descubrir lo que hay detrás de cada persona. Creo que eso es muy potente».
«Siento que Madrid es capaz de estar constantemente inspirándome»
Nacida y criada en Madrid, volvió tras varios años viviendo en diferentes ciudades europeas. «Me encanta su diversidad, me gustan los barrios y la arquitectura del centro. Madrid es mi casa y siento que es capaz de estar constantemente inspirándome. Además de las personas con las que lo disfruto y las personas, en general, que lo habitan».
«Tenemos la sensación de ser de una generación que no existe»
Pertenece a una nueva generación de artistas, de madrileños, de españoles… «Creo que tenemos la sensación de ser de una generación que no existe, no tenemos referentes y vivimos en un agujero donde nos sentimos realmente solos. Parece que lo tenemos todo, pero la realidad se empeña en no dejarnos conseguir casi nada. Somos una generación frustrada, estamos decepcionados. El siglo XXI está lleno de ansiedad».
Cris construye su mundo consciente de que es la tribu elegida la que le dará fuerza y oxígeno para salir adelante. «La mayoría de gente que me rodea me encanta, son increíbles y me gusta estar con ellos. No busco gente prejuiciosa, al revés, quiero compartir mi tiempo con mentes abiertas, capaces de aceptar cualquier tipo de personas y que compartan mis pasiones. En nuestras conversaciones aparecen todo tipo de temas relacionados con lo que nos importa en este momento, como los amigos, los amores, el sexo, las metas y objetivos de cada uno, también los miedos y los cabreos o los problemas de nuestra sociedad, y todo eso se refleja en nuestra forma de expresarnos. Las inseguridades o los sentimientos oscuros también están en mis trabajos».
Pese a este discurso serio y sincero, toda la energía de Cris se enfoca en seguir adelante: «Soy positiva y lucharé por mi futuro. Me gustaría ser diseñadora gráfica y tener mi propia marca de ropa. También me gusta el mundo de la publicidad y la imagen, vistas desde la ilustración y el cómic».
Una taza de té y un paseo por Malasaña han sido testigos de este encuentro con una nueva generación que fluye y circula por Madrid en busca de personalidad y futuro, aportando a la ciudad esa fuerza histórica en su latido esencial.