Mela Ortíz, ha escrito «La maleta preparada», un delicioso libro lleno de verdad y poesía, tan sincero que se podría vivir entre sus renglones. Hablamos con una escritora muy capaz de mirar, contar y compartir con una alta carga de sensibilidad y a la que además, le gusta e inspira Madrid.
Un poemario titulado “La maleta preparada”, ¿cuál fue el inicio? En realidad, es un libro de prosa poética formado por cuatro partes en el que el lector, además de descubrir poesía, podrá sumergirse en fragmentos de vida cotidiana, de acontecimientos que más de una vez han podido sucederles a ellos mismos. “La maleta preparada” nace del deseo irrefrenable de escribir y hacer sentir. De traspasar corazones.
¿Cuál es el primer libro que te dejó huella? Soy una lectora empedernida. En mi infancia me marcó “El principito”, de Antoine de Saint-Exupéry. Sin embargo, cuando me piden que recomiende un libro siempre apuesto por “El hombre en busca de sentido”, de Viktor Frankl. Es una maravillosa lección existencial, aunque han sido muchos los que han dejado huella dentro de mí.
«A mi padre le encantaba escribir y recuerdo que nos sentábamos y nos inventábamos historias que después releíamos juntos»
¿Cuál es el recuerdo de Mela escribiendo? Tendría que remontarme a los ocho años. A mi padre le encantaba escribir y recuerdo que nos sentábamos y nos inventábamos historias que después releíamos juntos. Desgraciadamente cinco años después murió, pero la mejor herencia que pudo dejarme fue esa. La película de mi vida se resume en escribir. Primero a lápiz, después a pluma, más tarde a máquina y ahora a ordenador. Escribo porque algo se muere en mí si no escribo.
De todo lo que te inspira, ¿qué es lo que más te inspira? El amor. Soy una romántica sin remedio. La vida está llena de sinsabores, de instantes trágicos y vidas rotas. El amor cura, hace que lo oscuro se convierta en claro, que la noche dé paso al día. El amor a la vida, a las personas, a tu pareja, a la familia, a momentos, a los versos, a los lugares, a los recuerdos.
Relatos que parecen personales y poesía desde las tripas… ¿ganas de gritar, de compartir…? Relatos que salen muy de dentro con la intención de que vuelen y se posen en quien lo lee. Cuando alguien escribe una reseña sobre mi libro lo que más me gusta es que se sientan identificados con algunos de los fragmentos. Que los hagan suyos porque son suyos. Es mucho más que compartir. Es entregarles una parte de mí que deseo que sea de ellos. Escribo para los demás, es otra forma de escribir.
«Soy apasionada de la vida y por eso disfruto de cada momento de manera consciente. Me apasiona escribir, leer, viajar, la música, el mar, los paseos sin tiempo y el tiempo que le entrego a los demás»
¿Cuáles son tus pasiones? Soy apasionada de la vida y por eso disfruto de cada momento de manera consciente. Me apasiona escribir, leer, viajar, la música, el mar, los paseos sin tiempo y el tiempo que le entrego a los demás. Me chifla cocinar y escuchar. Hace unos años tuve un accidente y me quedé coja. Si antes de que me sucediese aquello me hubieses hecho esta misma pregunta, te diría que el deporte era una de mis verdaderas pasiones. Ahora, esta cojita se pierde por las calles de Madrid un día sí y otro también. Es el mejor ejercicio para la mente y el alma. Me regenera, me reconstruye, me inspira, me limpia, me estimula y hace que me dé cuenta de lo afortunada que soy.
¿Cuáles son tus miedos? Un día vi la cara del miedo, temblé de pánico y decidí partirle la cara. Me asusta no poder combatir o controlar el sufrimiento ajeno, pero la vida me ha enseñado que el miedo no es un buen aliado. Lo esquivo sabiendo que sentirlo es muy humano, pero no lo quiero dentro de la maleta de mi vida.
«Lo que encontraréis en mi maleta son momentos de amor, desamor, muerte, vida, dolor, tristeza, alegría, esperanza»
¿Cómo descifras el concepto “maleta”? Es ese baúl en el que metes todo tipo de ropa y enseres para desplazarte de un lugar a otro. Pero en mi maleta lo que encontraréis son momentos de amor, desamor, muerte, vida, dolor, tristeza, alegría, esperanza… Siempre está preparada porque nunca sabes cuál será tu destino mañana.
¿Qué poetas y poetisas te acompañan y nos recomiendas? Federico García Lorca y Mario Benedetti, siempre. Vuelvo una y otra vez a ellos. Por su forma de escribir y por lo que me hacen sentir. Es su pluma y es su mirada. Pero hay muchos más como Antonio Machado, Rosalía de Castro, Pablo Neruda, Emilia Pardo Bazán, Lope de Vega, Alberti, Kipling… Mi lista de recomendaciones es y siempre será interminable. Y hay mucha poesía actual realmente buena. Escritores no muy conocidos cuya forma de escribir poesía me arrasa.
… y Madrid, ¿Cómo y qué te inspira? Amo profundamente el mar, pero ya no sabría vivir demasiado tiempo lejos de Madrid. Me apasiona recorrerlo sin rumbo y dejarme sorprender. Es brutal porque siempre lo consigue. Hay amaneceres y atardeceres que solo he visto en Madrid. Hay olores, colores, sabores, miradas, jardines, museos, baretos, personas, sentimientos, rincones, momentos… que solo encuentras en Madrid. El otoño y la primavera me estremecen en esta ciudad que acoge de forma soberbia, embriaga sin límites y te ama para siempre.
¿Qué es el amor en tu poesía? Todo. No se puede amar a medias porque de ahí nunca sale nada bueno. O se ama o no se ama. Y yo amo. Sabiendo que el amor puede doler hasta romper. Pero aún así, creo que siempre merecerá la pena amar y expresarlo en palabras.
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Descúbrenos cuatro lugares de Madrid que consideres románticos.
Hay tantos que es difícil quedarse con cuatro, pero a los que más me acerco buscando inspiración y quizá amor son Los jardines del Museo Sorolla. Podría pasarme días sentada allí llenándome de paz, armonía, belleza e inspiración. El Retiro. Me flipa perderme y pararme. Sentarme y observar. Observar y llenarme. El Café Galería de Sara Caso. Acudo allí dos o tres veces a la semana. Es un lugar mágico y único en la capital, de esos que dejan poso y que rezuma arte por los cuatro costados. Llego muy temprano, me pido un café y estoy horas escribiendo. Es un espacio donde todo fluye de una manera sobrecogedora. Si alguien quiere conquistarme, el Café Comercial es uno de esos lugares en el que soy capaz de dejarme llevar.
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