Si hablamos de la Generación del 27 es probable que se nos pasen por la cabeza nombres destacados como Rafael Alberti, Federico García Lorca, Luis Buñuel, Salvador Dalí o Pedro Salinas, entre otros, pero debemos recordar que este grupo de intelectuales que desarrollaron el grueso de su actividad entre la década de 1920 y 1930, y que cambiaron el panorama cultural español, estaba compuesto también por grandes mujeres, que durante décadas han pasado desapercibidas para la historia.
La Generación del 27 masculina fue considerada la generación de plata, mientras que la femenina fue considerada la generación de oro, cuyo precedente más inmediato fue la Generación del 14.
En la imagen de portada: Algunas de las mujeres «Sinsombrero» en el Lyceum Club Femenino de Madrid.
Entre este genial grupo de mujeres valientes, libres, inteligentes e inspiradoras se encontraban las escritoras Rosa Chacel, Concha Méndez, María Teresa León, Ernestina de Champourcín, actrices como Josefina de la Torre, escultoras como Marga Gil Röesset, filósofas como María Zambrano, pintoras como Maruja Mallo o Margarita Manso. Todas ellas tenían algo en común; querían libertad para aprender, expresarse, descubrir y manifestar su arte, su talento y su pensamiento.
Un buen lugar en el que lograr estos objetivos fue La Residencia de Señoritas, que fue la versión femenina y menos conocida de la Residencia de Estudiantes. En la Residencia de Señoritas, cuya presidente fue María de Maeztu, estudiaron entre otras, científicas como María García Escalera o Cecilia García de Cosa, políticas como Victoria Kent, o especialistas en Derecho como Matilde Huici. Algunas de sus docentes y colaboradoras serían personajes de la talle de María Goyri, María Zambrano, Dolores Franco Manera, Victorina Durán y Maruja Mallo, Zenobia Camprubí, Gabriela Mistral, Victoria Ocampo, María Martínez Sierra, Clara Campoamor o Concha Méndez.
Cabe mencionar como curiosidad que durante su estancia en Madrid en 1931, Marie Curie, se alojó en la Residencia de Señoritas.
De los salones de la Residencia de Señoritas salió la idea de crear el Lyceum Club Femenino de Madrid, la primera organización cultural y laica, creada por mujeres y dedicada a las mujeres. Se fundó en 1926 y fue un refugio en el que las féminas podían compartir sus ideas y conocimientos, fomentar la cultura y luchar por los derechos de la mujer española. Fue impulsado por Carmen Baroja y dirigido y gestionado por grandes personajes de nuestra cultura como María de Maeztu, Zenobia Camprubí, Isabel Oyarzábal o Elena Fortún.
Las «sinsombrero»
Este grupo intelectual es conocido con el nombre de “Sinsombrero”, debido a un suceso que tuvo lugar en Madrid en la década de los 20, cuando Maruja Mallo, Margarita Manso, Salvador Dalí y Federico García Lorca decidieron quitarse el sombrero al pasar por la puerta del Sol, como muestra de liberación y de expresión de sus ideas y sentimientos. Sus integrantes querían ser consideradas “artistas”, sin género ninguno que condicionara su obra.
Todas estas mujeres apostaron por crear un cambio en la sociedad de su tiempo, y tal y como ellas mismas afirmaron; “para que un cambio lo sea, debe de ser significativo y visible, de otra forma no influirá en las generaciones posteriores”.
Las mujeres y los hombres que formaron la “Generación del 27” mantuvieron un intenso contacto y se influyeron mutuamente, incluso colaboraron en las mismas publicaciones, como la revista “Occidente”, la “Gaceta Literaria”, “Ultra”, “Verso” y también en proyectos culturales como las “Misiones Pedagógicas”.
Cuando en 1936 estalló la Guerra Civil muchas de ellas tuvieron que abandonar España y este hecho supuso que durante más de cuarenta años su figura y su obra fueran marginadas silenciadas y olvidadas. En las fotos que han pasado a los libros de historia y manuales de literatura, muchas de estas artistas aparecen pero no son nombradas, su figura era obviada e infravalorada, ni siquiera son citadas en los pies de foto y no eran incluidas en las antologías.
Para las que se quedaron en España tras la guerra, la situación fue tan dura como para las que se marcharon; escritoras como Josefina de la Torre manifestaban su tristeza y desánimo por la marcha de sus amigos en poemas como “Mis amigos de entonces”.
Las “Sinsombrero” derribaron las fronteras discriminatorias de la época, y su legado artístico refleja como antes del Franquismo, unas mujeres excepcionales, lograron a base de esfuerzo y talento, unos parámetros de libertad muy superiores a los que se tuvieron durante las décadas posteriores.
Texto de Edurne Zamora Picazo. Madrid en Ruta.