Halloween es una fiesta que se celebra cada 31 de octubre en muchos países del mundo, especialmente en los Estados Unidos. Sin embargo, esta fiesta no siempre fue tan popular en España, y su llegada a Madrid tuvo un inico gamberro.
Halloween en Madrid
Los orígenes de Halloween se remontan a la antigua cultura celta, que celebraba el Samhain, un festival que marcaba el final del verano y el comienzo del invierno. Los celtas creían que durante esta noche, las fronteras entre el mundo de los vivos y el de los muertos se difuminaban, y que los espíritus de los difuntos podían volver al mundo de los vivos. Para ahuyentar a los espíritus malignos, los celtas encendían hogueras, se disfrazaban y hacían ofrendas a los espíritus.
Con la llegada del cristianismo, el Samhain fue cristianizado y se convirtió en la fiesta de Todos los Santos, que se celebra el 1 de noviembre. Sin embargo, muchas de las tradiciones del Samhain se mantuvieron, como el uso de disfraces y la costumbre de pedir dulces o golosinas de puerta en puerta.
Truco o trato
En España, Halloween no se empezó a celebrar hasta la década de 1980, cuando la influencia de la cultura estadounidense se hizo más fuerte.
En Madrid, la fiesta tuvo sus primeros vestigios en El Encinar de La Moraleja y el Parque Conde de Orgaz. Los niños y jóvenes de familias estadounidenses, de soldados destinados en la base aérea de Torrejón, acompañados de sus vecinos españoles, esperaban el atardecer para salir a la calle de sus urbanizaciones privadas y celebrar un rito mucho más gamberro que el que actualmente conocemos. Se trataba de mover contenedores y bloquear calles mientras las pandillas cargaban bolsas con huevos, que en ocasiones rellenaban con pintura. Un arsenal que podía acabar estrellado en la fachada de los chalés cuando sus dueños no accedían a regalarles caramelos o utilizados como proyectiles en una muy habitual batalla entre pandillas de amigos. Aunque también nos enseñaron a decorar con velas en bolsas de papel.
En los últimos años, Halloween se ha convertido en una fiesta cada vez más popular en Madrid. Los niños y los jóvenes se disfrazan para pedir dulces de puerta en puerta, y se organizan numerosas fiestas y eventos para celebrar la ocasión.
