Se llama Cícero y acaba de abrir en Madrid. Su credo es el fuego y su vocación reunir amigos alrededor de la buena mesa.
El restaurante acaba de abrir en la calle Lagasca y propone una carta con carnes, pescados y hortalizas a la parrilla.
Destaca la carta de cócteles y su mesa común, para 18 comensales, alrededor de una plancha, donde ver cocinar al chef.
Restaurante Cícero
El horno, la brasa y la plancha son los hilos conductores de una cocina consagrada al fueg. La carta hace pequeños guiños a México, pero no ofrece platillos del país «porque no tenemos ni los ingredientes ni el personal para ofrecer la excelencia que buscamos».
Dátiles con sobrasada y panceta
Pescados de lonja, verduras de temporada y carnes de Discarlux protagonizan un menú con predilección por el recetario francés, y que cambiará, al menos, dos veces al año. Entre los entrantes, destacan los sabrosos dátiles con sobrasada y panceta, uno de los hits de la carta; sobresalen también la ensaladilla, con atún rojo y huevo frito en puntilla y el flatbread de atún y tomates cherry, pan ácimo que se asemeja a la pizza. En el capítulo de ensaladas, dos son especialmente celebradas por la clientela: la de raíces, una original combinación de zanahoria, chirivía, boniato y remolacha; y la César con cigala, un guiño a México, ya que la versión original se creó en Tijuana.
Carnes
De su espacioso horno de leña salen diferentes carnes; merece mención el lingote de cochinillo, con su guarnición de patatas rostizadas, y la paletilla de cordero lechal, con un toque ahumado. En la plancha, ocupan un lugar de honor los chipirones, salteados con jugo de cebolla caramelizada y sus tentáculos fritos, y la corvina con texturas de zanahoria. Al estilo de los asadores tradicionales, se ofrecen diferentes guarniciones, como el puré de patata con trufa, los hongos con panceta y patata o la coliflor asada con parmesano, y los que hacen un guiño a la península: no podían faltar los pimientos de piquillo confitados al horno de leña. Entre los postres, hay tres recomendaciones infalibles: los fanáticos del chocolate no podrán perderse su versión del bombón Rocher; no puede faltar la tarta de queso de la casa y, para aquellos que deseen un broche final dulce y poco empalagoso, la inspiración de fresa y bergamota con mousse de mascarpone y pistachos, ligera y golosa.
Vinos y Tequilas
La carta de vinos ha sido confeccionada por Miguel Ángel Cooley, socio y presidente de la Asociación de Sommeliers Mexicanos. En estos primeros momentos, se ha optado por una propuesta corta, pero que irá creciendo progresivamente; se surte de vinos versátiles, que gustan a toda clase de públicos. Salvo los champagnes y un blanco de Renania, los tintos, blancos y espumosos son españoles, de las D.O. más conocidas: Rioja, Ribera de Duero, Jumilla, Toro, Rueda, Rías Baixas, etc. Sobresale, eso sí, la amplitud de su carta de destilados mexicanos. En el capítulo de tequilas, aparecen las principales ramas de las grandes casas mexicanas, como José Cuervo —imperdible su tequila reserva de la familia— y el 1800 Cristalino: los tragos de tequila oscilan entre los 12 y los 30 €—; los mezcales están representados por las etiquetas más emblemáticas, como 7 Misterios, 400 Conejos, Alipus y Montelobos —de 12 a 17 € el trago—. También hay una buena selección de cócteles clásicos, con un twist mexicano: no faltan los Margaritas, las Palomas, las micheladas y los clamatos.
Carajillo mexicano
El afán de que Cícero sea un lugar de magníficos anfitriones se ve en los pequeños detalles. Al final de cada comida se ofrece un carajillo mexicano, mezcla de café, licor 43, chocolate y mazapán. Aunque la cocina sí cierra, el local permanece abierto por las tardes, por lo que es el lugar ideal para el afterwork —tiene también una generosa oferta de destilados— y hay disponibles algunos platos.
Restaurante Cícero. Calle Lagasca, 48. Madrid.