El 11 de septiembre de 2001, el mundo quedó conmocionado por los atentados terroristas en Estados Unidos, que involucraron el secuestro de cuatro aviones comerciales y el ataque a las Torres Gemelas en Nueva York y al Pentágono en Washington, D.C. Mientras los eventos se desarrollaban en suelo estadounidense, en el espacio aéreo de Norteamérica ocurría una operación sin precedentes en respuesta a la crisis.
Gander, Canadá
Tras el cierre del espacio aéreo estadounidense, la Administración Federal de Aviación (FAA) tomó la decisión de redirigir todos los vuelos internacionales que se dirigían hacia los Estados Unidos. De inmediato, más de 200 aviones que sobrevolaban el Atlántico y tenían como destino ciudades estadounidenses fueron obligados a cambiar su curso. De estos vuelos, 38 fueron desviados a un lugar inesperado: el pequeño aeropuerto de Gander, ubicado en la provincia de Terranova y Labrador, en Canadá.
Gander, una ciudad con apenas 10,000 habitantes, había sido una parada clave para los aviones transatlánticos en las décadas pasadas, pero su importancia había disminuido con la llegada de aviones de largo alcance. Sin embargo, ese 11 de septiembre, Gander se convirtió nuevamente en un punto neurálgico de la aviación mundial.
Hospitalidad
Los 38 aviones desviados trajeron consigo a 6,700 pasajeros y tripulantes, una cifra que prácticamente duplicaba la población de la ciudad. A pesar de la sorpresa y el caos inicial, la comunidad de Gander respondió con una generosidad y hospitalidad que dejó una marca imborrable en todos los involucrados. Los residentes abrieron sus hogares, las escuelas y centros comunitarios se convirtieron en refugios, y los voluntarios trabajaron incansablemente para proporcionar alimentos, ropa y consuelo a los pasajeros, muchos de los cuales estaban aterrados y confundidos por los eventos que se desarrollaban en su país de origen.
«Los aviones de Gander»
La comunidad de Gander, junto con las poblaciones cercanas, brindó un ejemplo de humanidad en medio de una tragedia global. Durante los cinco días que los pasajeros estuvieron en la isla, se formaron lazos de amistad que perduraron más allá de la crisis. Los “aviones de Gander”, como llegaron a ser conocidos, no solo fueron desviados hacia un lugar seguro, sino que aterrizaron en una comunidad que ofreció su corazón y su hospitalidad en un momento de extrema incertidumbre.
El episodio de los aviones desviados a Gander es un recordatorio de cómo, en medio del horror, la solidaridad y el espíritu humano pueden prevalecer. La historia de Gander en el 11 de septiembre sigue siendo un ejemplo de cómo las pequeñas comunidades pueden desempeñar un papel fundamental en la respuesta a eventos de magnitud global, y su legado se ha convertido en una fuente de inspiración en todo el mundo.
El musical «Come from away» llega a Madrid
«Come from away» es un musical conmovedor, basado en una historia basada en personajes y hechos reales, que llega a Madrid tras 7 años de éxitos en Broadway.
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