El Paseo de la Castellana cumple 160 años. Esta es su historia

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El Paseo de la Castellana es una de las arterias de comunicación más importantes de la ciudad de Madrid y el arquitecto que le dio forma fue Carlos María de Castro.

Para hablar de los orígenes de esta avenida tan notable, debemos remontarnos al reinado de la Reina Regente María Cristina (1833-1840), quien durante la minoría de edad de su hija Isabel, (futura reina Isabel II) decidió llevar a cabo un proyecto urbanístico de mejora y ampliación en las vías de la capital. El proyecto se inició en el año 1834, cuando se llevó a cabo la ampliación de la vía Prado-Recoletos para acceder de forma más rápida a determinados puntos al norte de la ciudad. Esta prolongación adquirió el nombre de Paseo Nuevo de las Delicias de la Princesa, en honor a la princesa Isabel. La orientación que siguió esta arteria fue el cauce del arroyo de la Fuente Castellana.

Plano del anteproyecto del Ensanche de Madrid. Plan Castro 1861.

 

El encargado de llevar a cabo este proyecto fue Carlos María de Castro.

Este destacado arquitecto nació en Estepa, Sevilla, en el año 1810 y en 1883 recibió el título de arquitecto por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando e ingresó en el cuerpo de Ingenieros de Caminos en 1835. Las primeras décadas de su trayectoria profesional se centraron en la construcción de obras públicas e infraestructuras por todo el país, como por ejemplo el acondicionamiento de la carretera entre Madrid e Irún, la mejora del paso de Somosierra, o el trazado del telégrafo óptico en 1844. Tras la expulsión de Isabel II, Castro perdió su puesto como director del proyecto urbanístico y se incorporó en la década de los 70 a las obras de construcción de la línea de ferrocarril que unía Lisboa con Madrid.

En las últimas décadas del siglo XIX la población de la capital española aumentaba de forma muy significativa, por lo que el Gobierno se vio obligado a tomar medidas urbanísticas para acoger ese aumento tan rápido de ciudadanos (en 1857 la ciudad de Madrid contaba con una población de 272.000 habitantes y en tan sólo 30 años esa cifra se multiplicó muy rápidamente hasta llegar a los 470.283, en 1887).

Estas circunstancias hicieron necesaria la planificación de una nueva zona denominada ensanche, que albergara a esta creciente ciudadanía, ya que el casco histórico estaba siendo rebasado y el funcionamiento de la ciudad se veía seriamente afectado.

Los límites que configuraban la ciudad en aquella época eran; al oeste el Río Manzanares, al este la vaguada en la que se encontraba el Salón del Prado, que actualmente se denomina Paseo del Prado.

Palacio de Indo. Situado entre las calles Jenner, Fortuny, Cisne y Las Castellana. Fue residencia del príncipe Juan Carlos de Borbón en los años 50. En 1966 es demolido y en la actualidad ocupa su lugar el edificio La Uniín y el Fénix.

El proyecto de Castro se aprobó el 19 de julio de 1860, impulsado por el ministro de Fomento Claudio Moyano y englobaba la zona de Moncloa, Chamberí, el barrio de Salamanca y Arganzuela. Se inspiró en el modelo urbanístico que había diseñado el ingeniero catalán Ildefonso Cerdá, unos años antes en Barcelona.

El proyecto se basaba en crear manzanas regulares y organizadas con calles anchas de más de 20 y 30 metros, las construcciones tenían una altura de tres plantas y los espacios abiertos como paseos, alamedas y jardines eran muy abundantes. Los edificios tenían patios interiores y grandes entradas por las que podían acceder con carruajes.

Con este proyecto se pretendía aumentar la capacidad urbanizable de la ciudad de 800 a 2300 hectáreas. El diseño seguía una planimetría ortogonal en torno a la cual se añadía un sector circular de terreno que rodeaba la ciudad por el norte, el este y el sur.

Los usos del suelo debían ordenarse y clasificarse según su función: industrial, residencial, militar, agropecuario y de esparcimiento.

Las diversas circunstancias que rodearon al proyecto, además del desarrollo de los acontecimientos, hicieron que este plan urbanístico sufriera numerosas modificaciones desde su inicio y que finalmente el estamento social que ocupó esta zona fue principalmente la burguesía acomodada, mientras que el proletariado se fue estableciendo en zonas periféricas, dando lugar a barrios muy pobres y con alta concentración de la población.

En el año 1911 el Paseo de la Castellana, junto con Recoletos y el Paseo del Prado recibieron el nombre de Avenida de la Libertad, aunque este término nunca llegó a consolidarse.

Calle Serrano.

En 1929 se inició un proyecto de expansión que pretendía incorporar seis grandes plazas a esta vía, que le aportarían una mejor distribución del tráfico y la circulación.

Durante la Guerra Civil Española y tras la victoria del Frente Popular, la unión de las tres vías (Paseo del Prado, Recoletos y Castellana) se llamó Avenida de la Unión Proletaria, hasta el final del conflicto. Al concluir la Guerra, Francisco Franco decidió rebautizar este enlace de vías como Avenida del Generalísimo, nombre que perduró hasta 1980, cuando el Ayuntamiento de Madrid decidió cambiar el nombre a 26 calles de la ciudad con la denominación que tenían antes de la proclamación de la Segunda República.

Este año se cumple el 160 aniversario de la creación de este ambicioso proyecto que cambió de forma muy significativa la forma de la ciudad de Madrid y su funcionalidad.

Texto de Edurne Zamora Picazo. Madrid en Ruta.

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