¿Quién fue san Isidro?

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El 15 de mayo celebramos las fiestas de san Isidro y volveremos a salir a las calles para visitar los lugares relacionados con el santo, a beber el agua de la fuente milagrosa, a visitar el cuerpo incorrupto en la Colegiata y como no a bailar un chotis a ritmo de organillo y comer en la pradera unas gallinejas y entresijos regadas con la tradicional limonada y de postre unas rosquillas del santo y unos barquillos artesanales.

Pero ¿Quién fue san Isidro?, ¿por qué es tan importante para Madrid? Desde que apareciera el cuerpo incorrupto del Santo en el año 1212, los madrileños han vivido de una forma especial la mezcla devoción religiosa y fiesta popular, lo que ha hecho que a lo largo de los siglos se haya creado una identidad cultural propia.

San Isidro es un caso particular puesto que aquel humilde labrador que habitó el Madrid del siglo XII terminó convirtiéndose no sólo en el patrón Madrid, sino también en uno de los santos más populares en España. El 12 de Marzo de 1622 el papa Gregorio XV canonizaba en Roma al madrileño Isidro de Merlo y Quintana, pocero y labrador de oficio. De esta manera san Isidro pasaba a ser el patrón oficial de la villa de Madrid, aunque ya lo era de facto entre los madrileños.
Según los cronistas y hagiógrafos, Isidro debió nacer en torno el año 1082 cuando la ciudad de Madrid pertenecía todavía a la Taifa de Toledo. Trabajó en las tierras de labor de Juan de Vargas hasta su muerte hacia el año 1170. Es uno de los santos a los que más milagros se atribuyen; destacando entre ellos el milagro del pozo, el milagro de los bueyes, o el milagro de las aguas. Unos cuarenta años después de su fallecimiento, en el año 1212 y debido a unas lluvias torrenciales en Madrid, el cuerpo de Isidro apareció incorrupto en el cementerio de la parroquia de san Andrés, donde había sido enterrado. El cuerpo fue depositado en la cercana iglesia de san Andrés y su culto no dejó de crecer en la Villa y en la comarca, especialmente entre los labradores.
En 1589 comenzaron los trámites para su beatificación, los cuales contaron con el apoyo de Felipe II, quien según la tradición había sanado de unas fiebres gracias a la intercesión milagrosa de san Isidro. En 1622, tres años después de la beatificación por parte del Papa Paulo V, Gregorio XV canonizaba a san Isidro, estableciendo el día de su festividad el 15 de mayo. Junto a san Isidro, fueron canonizados también san Ignacio de Loyola, san Francisco Javier, santa Teresa de Jesús y san Filippo Neri.
La celebración oficial tuvo como escenario principal la Plaza Mayor de Madrid, mandada edificar por el rey Felipe III, y dotada de una carga simbólica y urbanística sin precedentes. La Plaza Mayor fue inaugurada oficialmente el 15 de mayo del 1620, coincidiendo los festejos de inauguración de esta con la beatificación de san Isidro. Las fiestas se prolongaron durante ocho días. Hubo pasacalles, danzas, mascaradas, juegos de cañas, toros, luminarias, desfiles, fuegos artificiales y justas poéticas. Los maestros de ceremonias fueron los escritores Lope de Vega y Mira de Amescua.
Sabemos que durante la Edad Moderna el Ayuntamiento organizaba una procesión siguiendo la ruta que se realizó para la canonización. Durante la procesión se acompañaba de danzas y gigantones. De los festejos, destacaban los toros y los bailes. La fiesta poco a poco se fue trasladando a la ermita del Santo, donde en la cercana pradera junto al río Manzanares los madrileños disfrutaban de las fiestas, hecho que en 1788 inmortalizó Goya en su famosa obra “La pradera de san Isidro”.

San Isidro Madrid
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La fiesta de san Isidro alcanzó su pleno apogeo en la segunda mitad del siglo XVIII, cuando, construida, su nueva ermita a orillas del Manzanares floreció su romería, que era en esencia una fiesta popular. Tanto los alrededores de la iglesia de san Andrés como los de la ermita se llenaban de un gran ambiente con vendedores ambulantes, música callejera, pasacalles… un auténtico jolgorio que llenaba las calles de Madrid de alegría y colorido.
Para entender la repercusión de san Isidro en Madrid y el surgimiento de las fiestas en torno a su figura. Hay que tener en cuenta dos elementos de gran importancia. Por un lado, el códice de Juan Diácono, que es un manuscrito anónimo escrito en latín medieval, donde se narran la vida y milagros de san Isidro. El fin del manuscrito era acompañar a las reliquias del Santo y no la divulgación o propaganda (se carece de cualquier otro tipo de copia de esta época). Fue descubierto en la iglesia de san Andrés en el año 1504 cuando se realizaba un inventario de los bienes eclesiásticos,
El otro testimonio clave, es el propio cuerpo incorrupto del santo, conservado en la llamada Arca de san Isidro. En 1213 el rey Alfonso VIII mandó erigir una capilla en honor de san Isidro en la iglesia de san Andrés, donde se colocó su cuerpo incorrupto en la llamada arca «mosaica». Esta arca fue sustituida por otra construida entre finales del siglo XIII y comienzos del siglo XIV. En el 1691 y tras una grave enfermedad, la reina Mariana de Neoburgo, decidió donar una nueva urna al Santo en agradecimiento por la intercesión en su curación. Esta es el arco donde actualmente reposa el cuerpo incorrupto, en la Colegiata de san Isidro.
En Madrid podemos encontrar una serie de edificios levantados en honor a san Isidro, o relacionados con él. San Isidro ha dejado una profunda huella en la ciudad tanto en su morfología, como en la toponimia de su callejero y edificios; sirvan como ejemplo el Museo de san Isidro, el cementerio de san Isidro, el puente de san Isidro, la colegiata de san Isidro el Instituto de san Isidro entre otras instituciones portadoras de su nombre. De esta manera la ciudad de Madrid conserva y difunde la memoria de su Patrón.
Según la tradición popular, san Isidro nació y pasó su infancia en la madrileña calle del Águila número uno. En 1583 este fue el lugar elegido para establecer la sede de la recién creada Real Archicofradía Sacramental fruto de la fusión de las cofradías de San Pedro el Real, San Isidro y San Andrés. En 1673 se construyó un pequeño oratorio barroco dedicado al santo. En el año 1896 todo el inmueble sufrió una importante reforma y la capilla se transformó a un estilo neogótico, muy popular a finales del siglo XIX.
En la Calle del Pretil de Santisteban número tres, se encuentra uno de los rincones más curiosos relacionados con san Isidro. Una recoleta capilla donde el Patrón de la Villa, guardaba los bueyes y animales con los que trabajaba el campo. De ahí su denominación oficial: La Cuadra de san Isidro.
Otro edificio relacionado con la vida de san Isidro es el Museo de los Orígenes, también conocido como Museo de san Isidro. Según la tradición, en este solar se levantaba una de las casa de los Vargas, donde san Isidro vivió parte de su vida y donde murió. En su interior hay una serie de salas dedicadas a san Isidro y destacan el llamado Pozo del Milagro, donde san Isidro salvó milagrosamente a su hijo Illán. También destaca dentro del museo la Capilla. Fue construida a principios del siglo XVII, sobre el lugar donde estuvieron las habitaciones de san Isidro y santa María de la Cabeza, dentro del palacio de su patrón, Iván de Vargas. Desde entonces, ha sufrido varias reformas hasta la última realizada en 1789, en la que se le dio el aspecto que tiene en la actualidad con las pinturas de Zacarías González Velázquez en las bóvedas. En el óvalo del centro, está representada la «Apoteosis de San Isidro«, mientras que en la nave hay pintados varios ángeles, dos de ellos sujetando una corona de laurel y otros dos portando una filacteria en la que aparece la inscripción «Hic obdormivit in domino» («Aquí se durmió en el Señor»), frase que hace alusión a la tradición que afirma que el santo falleció justo en este lugar.
Tras la muerta de san Isidro, el cuerpo estuvo custodiado en la parroquia de san Andrés, donde se construyó una impresionante capilla barroca. Pero en 1518, el Papa León X concedió la custodia del cuerpo incorrupto a la familia Vargas quienes posteriormente lo depositaron en la Capilla del Obispo, contigua a la mencionada parroquia.
La Capilla del Obispo fue construida en el tránsito del gótico al renacimiento. Se levantó en el lugar donde estuvo el cementerio de la parroquia de san Andrés, como ampliación de la capilla edificada por Alfonso VIII para albergar el cuerpo de san Isidro. En 1544 los clérigos de la iglesia de san Andrés reclamaron el cuerpo ante el Papa Paulo III, el cual ordenó su traslado a la iglesia, cediéndoles la custodia del cuerpo. Debido a que el cuerpo volvió a la iglesia de san Andrés. Fue entonces cuando el segundo hijo de Francisco de Vargas, el obispo de Plasencia, Don Gutierre de Carvajal y Vargas, decidió cegar el vano que comunicaba los dos edificios, destinando la Capilla del Obispo a panteón familiar.
En el 1767 y tras la expulsión de los jesuitas, el arca con los restos de san Isidro fue trasladado a la iglesia del Colegio Imperial, que pasó a llamarse desde entonces Colegiata de san Isidro. Y es el lugar donde a día el arca de san Isidro se venera en el retablo de la Colegiata.
Sin duda uno de los lugares más conocidos relacionados con el Santo es la ermita de san Isidro. En torno a ella se celebran gran parte de las fiestas isidriles. La ermita se sitúa en las tierras que pertenecieron a Iván de Vargas en Carabanchel, junto a la orilla del río Manzanares. La tradición atribuye uno de los milagros de san Isidro en este lugar; donde el Santo al clavar su aguijada en el suelo hizo brotar un manantial para calmar la sed de su patrón.
La romería de San Isidro se celebraba ya en este lugar antes de construirse la ermita, y la tradición consistía en acudir al manantial a beber el agua a la que se atribuían propiedades curativas. Tras haber cumplido con la tradición, los madrileños pasaban el resto del día en la cercana pradera. La primera ermita dedicada san Isidro junto al manantial se construyó en la Baja Edad Media. En el año 1528, por iniciativa de la reina Isabel de Portugal, esposa del emperador Carlos I, se construyó una nueva ermita. El motivo fue el agradecimiento al Santo por haber curado sus aguas al príncipe Felipe (futuro Felipe II) de unas peligrosas fiebres.
Cada año los madrileños esperan ansiosos la llegada de unas de sus fiestas más populares y cada días más vivas. Se puede concluir que, como patrón de Madrid, san Isidro ha sido objeto de atención de las más grandes personalidades del arte y la literatura, desde Lope de Vega, a Goya, mientras entre los monarcas españoles iba ganando devoción y admiración. San Isidro se puede definir como un madrileño atemporal vinculado a la historia de la villa desde finales del siglo XI hasta nuestros días; cuya memoria ha sabido adaptarse a las múltiples transformaciones socioculturales. Labrador mozárabe, santo cristiano, pocero renacentista, patrón barroco de la Corte, partidario de la ilustración, absolutista, liberal, democrático…, el Santo ha estado siempre junto a los madrileños.
Texto de Madrid en Ruta
 

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