¿Sabías que los Bocadillos de Calamares de Madrid nacieron lejos del mar? La historia de un icono castizo

Tiempo de lectura: 2 minutos

¿Sabías que el bocadillo de calamares, esa crujiente y jugosa maravilla que es un pilar de los restaurantes de Madrid y el aperitivo perfecto si buscas qué hacer en Madrid antes de una cena o un espectáculo, nació en la capital por pura necesidad de la Corona? Es una paradoja gastronómica: el plato más representativo de una ciudad sin costa está hecho de producto marino. Su historia nos lleva de un palacio a una plaza y lo convierte en una de las anécdotas más curiosas de la Historia de Madrid.

El origen aristocrático: Del plato de la realeza a la taberna

ara entender por qué Madrid, en el corazón de la península, se enamoró del calamar frito, hay que viajar al siglo XVII, la época de los Austrias. El pescado llegaba a Madrid gracias a las llamadas «reales pesquerías», un complejo sistema de transporte que traía marisco y pescado fresco desde el Cantábrico y el Mediterráneo, especialmente para el consumo de la Casa Real y la aristocracia. Aunque era un lujo para la mayoría, el calamari frito era un plato de moda en las mesas nobles.

La Plaza Mayor y la tradición de la Cuaresma

¿Cómo saltó el plato a las calles? Gran parte de la popularidad del calamar se debe a las costumbres religiosas. Durante la Cuaresma (época de abstinencia), la carne estaba prohibida. El calamar frito se convirtió en una alternativa económica y deliciosa a la carne, permitida por la Iglesia. La Plaza Mayor de Madrid, epicentro de la vida social y de los mercados, se llenó de puestos que vendían el calamar rebozado. Al ser un producto relativamente barato, se popularizó en formato de bocadillo para el pueblo llano, creando el icono castizo que conocemos hoy.

El secreto del rebozado «a la madrileña»

Lo que distingue al bocadillo de calamares de Madrid de otras frituras marinas es precisamente el rebozado: una capa de harina, a veces con un toque de levadura o huevo para darle volumen, frita en aceite de oliva a alta temperatura. Este método consigue una cobertura crujiente sin absorber demasiado aceite, manteniendo el calamar tierno en el interior. No lleva salsas elaboradas; a lo sumo, un chorrito de limón. Si estás de visita Madrid, sabes que el mejor lugar para probarlo sigue siendo uno de los bares tradicionales alrededor de la Plaza Mayor.

De la Plaza al mundo, y al fútbol

El bocadillo de calamares no es solo comida: es cultura. Se ha convertido en un must para turistas y locales, ideal para un fin de semana en Madrid. Curiosamente, la tradición dicta que es el snack perfecto antes o después de un partido en el Santiago Bernabéu, ligando una tradición del siglo XVII con la pasión deportiva actual. Así que la próxima vez que te tomes este manjar, recuerda que estás mordiendo un pedazo de Historia de Madrid que viajó cientos de kilómetros para convertirse en el rey de la gastronomía castiza.

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