¿Sabías que el icónico escudo de Madrid, con el oso rampante y el madroño, no fue diseñado como lo conocemos hoy, sino que nació de un pacto de paz entre dos bandos y un error de traducción? Este símbolo, omnipresente en tapas de alcantarilla, taxis y edificios, es mucho más que un bonito logo: es una instantánea de la turbulenta Historia de Madrid en el siglo XIII. Si buscas qué hacer en Madrid y te interesa conocer la ciudad más allá de la superficie, acompáñanos a desentrañar este misterio heráldico.
El origen medieval: Cuando Madrid no se ponía de acuerdo
Retrocedemos a 1222. La Villa de Madrid se enfrentaba a un conflicto de intereses. Por un lado, el Cabildo (autoridad civil) y, por otro, el Clero (autoridad religiosa), se disputaban la propiedad y explotación de los pastos y el arbolado de los campos madrileños. Los pastos eran vitales para el ganado del Clero; los árboles y leña eran esenciales para la subsistencia y construcción del Cabildo. La tensión era tal que el rey Alfonso VIII de Castilla tuvo que intervenir.
El reparto de bienes y el nacimiento del oso
Finalmente, se llegó a un acuerdo. Los pastos (la dehesa) se asignaron al Clero. El arbolado (los montes) fue para el Cabildo. En ese momento, el escudo de Madrid era simplemente un oso pasante (caminando) sobre un campo de estrellas. Para dejar claro que el Cabildo poseía los montes y la madera, decidieron modificar el escudo. El oso fue levantado a la postura rampante, y se le añadió el árbol, simbolizando la propiedad del arbolado de la villa. El rey Alfonso XI lo oficializó.
¿Un madroño o un fresno? El error que perdura
La planta que el Cabildo eligió para su símbolo no era originalmente un madroño (Arbutus unedo), sino un fresno (Fraxinus). El fresno era mucho más común y representativo de los bosques madrileños de la época. ¿Qué ocurrió? A lo largo de los siglos, la representación del árbol se hizo más genérica. Finalmente, en el siglo XVI, el ilustrador Pedro de Madrazo lo confundió y, debido a un dibujo poco claro, lo representó como un madroño cargado de frutos rojos. El error cuajó y, para 1560, la imagen del oso y el madroño ya estaba grabada a fuego en el imaginario popular, dejando atrás al humilde fresno.
El oso, el madroño y las estrellas que aún nos miran
Las siete estrellas que acompañan al oso en el borde del escudo (que a veces se omiten en la estatua de la Puerta del Sol, pero que están en la bandera de la Comunidad de Madrid) representan la Osa Mayor. Antiguamente, los concejos madrileños se guiaban por ellas para delimitar sus términos. Así, cada vez que camines por el centro o hagas un tour para visitar Madrid, recuerda que el oso que mira hacia la fruta es un testimonio silencioso de un litigio medieval, un acuerdo de bienes y un error botánico. Es una de las anécdotas más fascinantes de la capital.





