Este otoño la actriz Rocío Muñoz-Cobo ha hecho triplete en tele, cine y teatro, con Élite, en Netflix; Alegría y tristeza, de Roberto Álamo, en el cine, y Las bicicletas son para el verano en el teatro. Llegó tarde a la profesión, cuando supo que era actriz. Ahora recoge lo sembrado y vive sus mejores momentos.
¿Cómo vives Madrid?
Madrid es mi ciudad y no vivo otra cosa. Siempre he dicho que lo peor de ser de Madrid es que no tienes un sitio al que volver. Me pasa cuando llega el verano o las navidades y mucha gente se despide porque se va a su pueblo. Yo soy de Madrid, del cogollo, del estrés.
Mis mejores recuerdos de Madrid son los del Madrid de la década de los 80; una ciudad libre, despierta, sin normas y muy divertida, y que me da mucha pena que se haya perdido.
¿Por qué eres actriz?
Porque después de estudiar Derecho y comenzar a trabajar con un abogado de oficio, me dí cuenta de que no me apetecía. Ya había trabajado como modelo publicitaria y presentadora y supe que lo que me apetecía era ser actriz y me metí en la escuela de Juan Carlos Corazza, sin saber si se convertiría en mi profesión. Hasta que pasaron cinco años y con casi 30 años, supe que era actriz.
“Echo de menos ese Madrid sin normas y tan divertido de los años 80”
¿Qué fue lo más difícil y lo más sencillo en ese proceso?
Lo más complicado fue lidiar con toda esa gente que pensaba que eras abogada y demostrar que no quería ser actriz, sino que era y soy actriz.
Enseguida trabajas en El Comisario y después ya no paras.
Hay una dosis de suerte en esto muy grande y agradezco a quienes entonces confiaron en mí. Lo que también es cierto es que la profesión es como una energía que no hay que parar de mover y eso se lo trabaja cada uno, estudiando, leyendo y confiando en uno mismo y en el sistema.
Y ahora pasas por un momento profesional bueno.
Vengo de hacer Macbeth, durante tres años, en La casa de las pulgas y de criar a mi hijo, y hoy estoy haciendo teatro (Las bicicletas son para el verano), una película (Alegría y tristeza) y una serie de televisión de éxito como es Élite. Estoy en un momento dulce porque la agenda se llena y vienen cosas muy buenas.
En Élite eres madre de dos hijos de casi 20 años.
No quiero ni pensar que se pueda ni parecer a la pubertad y juventud de mi hijo que ahora tiene ocho años.
Como madre ha sido terrible ver Élite, pero por otra parte, es importante que se visualicen otras cosas para que, de una vez por todas, se normalicen en nuestra sociedad.
¿Has sido consciente de haber gestionado bien o mal tu carrera?
No tengo ni idea de lo que es una carrera. Yo he hecho lo que me han pedido, no he elegido. Solo he dicho que no a un papel, que no hice por miedo y lo lamento.
¿Qué papeles te apetece hacer ahora?
Justo lo que voy a empezar a hacer ahora y que no me gusta desvelar.
¿Qué te gusta de ser actriz?
Todo. Pero si tengo que elegir, escojo dos momentos: ensayar con tiempo para investigar el personaje y el aplauso.
¿Qué está descubriendo del cine español el poderío económico de plataformas como Netflix?
En este país ha habido cine y series estupendas desde hace muchos años. Después llegó la crisis y todo se recortó, fundamentalmente los tiempos y en vez de tener 15 días para rodar una serie tienes dos.
Ahora las series se ruedan con más dinero y tiempo, y los profesionales, de actores a técnicos o peluquería son maravillosos y siempre lo fueron.
Rocío nos decubre el bar Pinkoco
En la calle Santo Tomé, 8, en una de las fronteras del barrio de Chueca, está el bar Pinkoco, (antiguo Olivera).
Nos cuenta que es su barrio y que la primera vez que pasó por delante, hace casi 4 años, “flipé. Me dió la sensación de llegar a un jardín cubano de verano y celebré la siguiente reunión de chicas y lo pasamos muy bien. Ahora siempre venimos”.