Dice el chef Martín Berasategui que hay que volver a casa de la madre para recuperar toda esa sabiduría y sabor que hay en las recetas de siempre. En la zona de Ponzano de Madrid hay un buen restaurante que ha basado su trabajo en cocinar como siempre y con mucho cariño, una buena ensaladilla rusa, una merluza rebozada o un escalope de ternera. Se llama Zaga y su lema es «la defensa del producto en mesa y mantel».
Fachada imponente y logotigo moderno, en la calle Bretón de los Herreros, para entrar y comenzar disfrutando de la espléndida barra del restaurante Zaga. Tortilla de patatas, croquetas caseras de jamón o bacalao, ensalada de tomate rosa con ventresca y buen aceite o tosta de Anchoa de Santoña con mantequilla. Cerveza bien tirada, vermut y una bodega pequeña pero variada y bien elegida, que va del Rioja al Cava.
Una ancha escalera lleva al comensal hasta la primera planta para disfrutar de una amplia sala con buena distancia entre mesas, la mayoría redondas, paredes tapizadas y agradable luz natural.
Unas gildas, que han sustituido la anchoa por un rollito de pastrami, ponen en alerta paladares y expectativas. Rico bocado para dejar pasar el resto de elaboraciones que demuestran lo bien que compran en Zaga, ya que el producto es de primera, y la predilección por un recetario clásico, muy bien cocinado, que además se permite algún giro inesperado en forma de bocado «viajero» y bien ejecutado.
La ensaladilla rusa es suave y de textura amable; un preámbulo para la llegada del tataki de atún rojo sobre totopo de maíz (en la imagen de portada).
De la cocina sale un agradable olor a brasas. El protagonista en un horno Josper que asa pimientos rojos, carnes y hasta piña, para un postre muy rico y sorprendente.
Las alcachofas también las terminan en el horno de brasas. Para demostrar su buena mano con la fritura eligen el estilo santanderino, y lo bordan con unos rejos, o patas de calamares fritas.
El plato de merluza a la romana vuelve a demostrar la importancia de la materia prima y el buen hacer en la cocina del restaurante Zaga. Un plato muy rico, como nos lo enseñó a hacer nuestra madre. Y después las carnes, primero el escalope Zaga, fino y sabroso; ligero y bien empanado. Después, el lomo de vaca a la brasa, buena carne y punto perfecto.
La mesa redonda une a los comensales, la buena cocina hace disfrutar de ese momento. El restaurante Zaga lo consigue de una forma natural, sin aspavientos, con un buen servicio y una propuesta casera de recetas bien cocinadas.
Para terminar, postres apetitosos y otra voltereta, su piña a la brasa con jugo de mojito, ¡espectacular!
Completan la carta, tartares y arroces bien elaborados y unos espaguetis con albóndigas, al estilo neoyorkino, muy sabrosos.
El restaurante Zaga es ese lugar donde siempre se puede volver a probar una carta infalible que te ayuda a despreocuparte y encontrar ese espacio para disfrutar aún más de tus amigos y familiares.
Restaurante Zaga. Calle Bretón de los Herreros, 39. Madrid