Mario Casas: “Ver mis películas me genera inseguridad”

Tiempo de lectura: 6 minutos

Fotografía de Fernando L. Quintela

Mario Casas (A Coruña, 1986) debutaba en el cine en 2006, de la mano de Antonio Banderas, con la película “El camino de los ingleses”. Han pasado todos estos años y 18 largometrajes más y el actor gallego acaba de estrenar su reto más grande frente a las cámaras; contar la vida de Francesc Boix, un fotógrafo preso en Mauthausen que arriesgó su vida para sacar del campo de concentración unos negativos fotográficos que que revelarían las atrocidades cometidas por los nazis.

Dónde te lleva el guión la primera vez que lo lees?
Me atrapó. Me gustó cómo contaba la historia, el tipo de personaje que era Francesc Boix, carismático, pero al mismo tiempo tenía algo en lo físico y en la forma de moverse que me recordaba a los bufones de los pueblos y eso hacía que me pareciera más interesante contar esta historia tan grande. Es tan crudo, tan bestia lo que sucedió en la realidad, que contarlo desde alguien tan fresco que parece que no le importa lo que pasa, pero que a la vez estaba sumergido en esa guerra y ese lugar terrible, donde se asesinaba por nada, me parecío un reto muy interesante.

¿Sabías algo de Francesc Boix antes de participar en este proyecto?
No, enseguida me pongo a buscar y a estudiar en Internet y ya no puedo decir que no a la película.
La verdad es que sabía muy poco de la historia de los españoles dentro de los campos de concentración de la Segunda Guerra Mundial. Es una historia que no se ha contado, creo que debe ser contada y para mí es un honor meterme en la piel de este súper héroe real.

Tuviste que adelgazar mucho para este papel ¿Qué más te ha exigido el personaje?
Al principio fue un problema trabajar ese físico. Rodábamos a finales de noviembre y desde agosto me puse a dieta; pero la dietista se dio cuenta de que adelgazaba sin perder músculo, entonces me puse a correr ocho kilómetros al día para adelgazar y conseguir un aspecto débil.
Cuando comienzan los ensayos, lo duro fue todo el tema emocional. Por mucho que te expliquen y te documentes no puedes saber el sufrimiento que pasaron. Vivieron en el infierno en vida. Yo, en mi esfuerzo por involucrarme, unido a la debilidad física, muchas veces me rompía emocionalmente, pese a que Francesc Boix era fuerte, listo, conseguía lo que se proponía y vivía con una sonrisa, hablaba cuatro idiomas y supo ganarse a los SS. Tenía esa inteligencia emocional.

 

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“Mi esfuerzo por involucrarme en el personaje me rompía”

¿Dónde se rodó?
En Barcelona y Budapest. La nieve que se ve en la película es real y mi dieta tenía que continuar; cuando todo el equipo estaba comiendo yo tenía un pequeño trozo de pescado. Desayunaba brécol y cenaba piña y agua. Fue muy duro.

¿Qué sentíste en ese proceso?
Pues entre muchas cosas, que la sociedad te excluye. Todo en nuestra cultura sucede alrededor de un vino, de una tapa, de un bar o de una cena con amigos… Lo tuve que dejar de hacer y me encerré, dejé de salir. Hubo algún amigo que se preocupó.

¿Compensa el resultado final todo ese sufrimiento?
Si, aunque yo no puedo volver a ver esa película. Me genera inseguridad, pienso que voy a peor como actor. Y no solo por este trabajo, sino en todos los que hago. Parece como que cuando sé más cosas de la profesión, se vuelven en mi contra y me exigen más.
Volviendo a la película, me hubiera gustado que la historia se hubiera sumergido más en qué le pasaba a mi personaje cuando estaba solo con sus pensamientos y sus miedos.
Pero la película funciona muy bien y tiene esa parte didáctica que me interesa mucho. Además, el montaje es muy bueno, porque cuando llega el final, el espectador respira y ve las fotografías reales para terminar de comprender que todo lo que ha vivido era real y está documentado.

¿Teníais compañeros alemanes en el rodaje con los que hablábais de esta historia?
Sí, pero ellos están muy acostrumbrados a hacer estos papeles.
Pero sí que hablábamos y les sorprendía la historia de estos españoles, como a nosotros.

Parece preocupante esa inseguridad que dices que te provoca ver tu trabajo, ¿cómo lo vas a solucionar?
Creo que iré al psicólogo.
Es difícil; mi familia, que son las personas con los que más me abro y comparto mis miedos, me dicen que también es exigencia, que me conozco más y me autoexijo más. Yo pienso que es que cada vez tengo más respeto a esta profesión.
Todo esto que me pasa provoca que trabaje mucho más para rebajar esa sensación de incertidumbre. Creo que la solución será aprender a vivir con ello.

¿Cómo explicarías tu momento actual?
Son inseguridades puntuales, pero estoy en un momento profesional maravilloso. Tener la oportunidad de rodar una película tras otra y hacer series para televisión; ojalá que pueda hacer una comedia… En definitiva que te den trabajo, que te den personajes para tirarte a la piscina y crear, me hace sentirme una persona privilegiada y me gusta pertenecer a una industria que es parte importante del arte español, donde se tiene esa capacidad de hacer mucho con poco. Donde se nos exige más y donde los retos son más bonitos de afrontar.

 

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“Ahora mismo, una de las cosas que más me apetece hacer es dirigir, es el trabajo más bonito de la profesión”

Viendo el panorama político europeo con ascensos de grupos de ultra derecha en diferentes países, ¿Crees que es un buen momento para que esta película salga y recuerde la historia?
La película no está hecha para eso. La película habla de la condición humana, de lo que pueden llegar a hacer los seres humanos, para lo bueno y lo malo, sean del bando que sean. También es un homenaje a la lucha de tantos antepasados de todos por mejorar nuestra condición de humanos.
Es cierto que la película tiene que valer para que la gente, cuando salga del cine, medite sobre que lo importante que es no dejar de luchar y, sobre todo, respetar lo que han hecho nuestros antepasados. Pero la película en ningún momento está hecha desde una visión política. Es una historia muy seria y yo la he vivido y la he contado desde el lado más humano.

Después de tantos años bajo los focos ¿cómo manejas tu vida privada?
Yo estoy haciendo lo que amo y lo hago porque quiero. Nuestro trabajo es llegar al público y esa es nuestra mayor satisfacción. Es verdad que si hablamos de la parte más íntima creo que vivimos un momento extraño y complicado por el tema de las cámaras. Todo el mundo te puede hacer una foto en cualquier momento y nadie sabe delimitar esta historia que finalmente tienes que aprender vivir o sobrevivir con ella.
Dicho esto, también tengo que destacar que la gente me muestra mucho cariño y no se puede ir a la contra de eso, me parecería un error y una falta de respeto.

¿Con qué papeles te gustaría encontrarte?
Ahora mismo, de las cosas que más me apetecen es dirigir. Eso es un paso siguiente que seguro quiero dar.
Lo veo como una evolución dentro de mi carrera y, además, es el trabajo más bonito de la profesión.

¿Te gusta más la figura del director que la del protagonista?
Sí, claro. El protagonista al final es el hijo del padre o la madre.
He visto el trabajo de compañeros que lo han hecho muy bien, y los envidio porque pienso en lo interesante que debe ser trabajar con los actores y que además sean tus amigos.
Pero de lo que estoy seguro es de que un actor tiene que tirarse a nadar a mar abierto y hacer todo tipo de personajes, géneros, teatro -que todavía no he hecho- y por qué no, dirección.

¿Qué te gusta hacer cuando dejas de actuar?
Deporte, que es lo que me hace evadirme. Consigo entrar en estado zen. He descubierto hace un año el boxeo y me parece completo, complejo  y muy exigente.
Me gusta mucho también estar con mi familia y mis amigos.
Soy bastante soso en mi vida cotidiana, y cada vez más. Cada vez me expongo menos.

 
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EL FOTÓGRAFO DE MAUTHAUSEN. Estreno 26 de octubre.
Película dirigida por Mar Targarona, que vuelve a la dirección con esta apasionante historia basada en hechos reales, escrita por Alfred Pérez-Fargas y Roger Danés.

 

Con la ayuda de un grupo de prisioneros españoles que lideran la organización clandestina del campo de concentración de Mauthausen, Francesc Boix (Mario Casas), un preso que trabaja en el laboratorio fotográfico del campo, arriesga su vida al planear la evasión de unos negativos que demostrarán al mundo las atrocidades cometidas por los nazis en el infierno del campo de concentración austríaco. Miles de negativos que muestran desde dentro toda la crueldad de un sistema perverso. Las fotografías que Boix y sus compañeros lograron salvar fueron determinantes para condenar a altos cargos nazis en los juicios de Núremberg en 1946.  Boix fue el único español que asistió como testigo.

 

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