Madrileños ante la desescalada. Historias en primera persona

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El estado de alarma se declaró el 14 de marzo y desde entonces la ciudad ha estado «parada». Ahora comienzan las diferentes fases de desescalada. En la Fase 0, cuando han abierto peluquerías, ferreterías, dentistas, ópticas, floristerías y centros de fisioterapia (con atención indivual, protocolo de seguridad y cita previa) y bares o restaurantes con servicio de entrega a domicilio, hemos querido retomar el pálpito de la calle.

Fernando. Taxista.

Fuera de su taxi, espera en la parada de la Plaza de la República Dominicana, a comenzar un servicio. Es su primer día, ya son las 13h. y desde las 8 de la mañana solo ha tenido 3 clientes. Fernando lleva 25 años en el taxi y dice que «ya no se podía esperar más». Ha estado confinado todo el estado de alarma, «pero ya no puedo seguir tirando de ahorros y hay que volver al taxi. Hasta me he fabricado este invento de mascarilla para salir de casa», nos cuenta.

Antonio, su compañero de parada, acaba de coger su primer cliente después de 50 días. Me mira y me dice: «¡me has dado suerte, periodista!»

Fernando, pese a todo, dice que hay que ser optimista, «aunque solo sea porque esto ya no puede ir a peor».

 

Teresa. La Bodega del gourmet

La bodega del gourmet, (calle Bolivia 32) abrió hace 55 años en el barrio de Chamartín y no ha cerrado en toda la crisis del coronavirus. Si lo ha hecho su segunda tienda de Príncipe de Vergara, «porque los pedidos a los restaurantes y hoteles dejaron de existir», nos cuenta Teresa, » y con la tienda de Bolivia hemos podido dar servicio a todos los vecinos que han venido a comprar y los pedidos a domicilios particulares».

Además de sus más de 2000 referencias en vinos, venden destilados, conservas, jamón y embutidos. Las ventas han caído mucho pero el madrileño ha seguido comprando vino para sus casas. Esa es al menos una buena señal. 

Además de los restaurantes, Teresa nos dice que algunas bodegas y distribuidores han dejado de hacer entregas por falta de producto.

Teresa, que luce una pantalla protectora para trabajar, dice que no puede ser optimista, «soy realista, he estado al pié del cañón y he podido vivir en primera línea esta crisis. Solo espero que los madrileños podamos aguantar el tirón hasta que se normalice la crisis de salud y la economía».

 

Javier. Frutas Kike.

El Mercado de Chamartín no ha parado de trabajar y Javier, de frutas Kike, dice que «no hemos notado la crisis, al revés, el negocio ha crecido, porque todas las familias han tenido que comer y cenar en casa durante todos estos días».

El cliente en el puesto ha dejado de venir en su gran mayoría, pero la entrega a domicilio se ha multiplicado.

Sobre el consumo, «el madrileño ha seguido eleigiendo la fruta de temporada, han comprado más naranja, mandarina y pera durante el confinamiento y ahora comienza a comprar, por ejemplo albaricoque», concluye Javier.

Más historias…. Isabel, la peluquera y el bar de Uvaldo.

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