Los espacios de coworking ganan adeptos en Madrid

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Dicen que los primeros trabajadores autónomos aparecieron en el Mundo Antiguo. El Imperio Romano desarrolló distintas formas para remunerar el trabajo de sus libertos, como el locatio conductio operis, un arrendamiento de productos que consistía en la realización de un trabajo y la devolución de un producto ya manipulado y finalizado. Algunas interpretaciones del Derecho Romano destacan la importancia de la autonomía con la que se realizaba este servicio, mientras que otros señalan el interés de entregar un producto para su proceso y transformación.

Con el paso de los siglos, la locatio conductio operis evolucionó durante la Edad Media en la relación contractual que tenían el maestro y los aprendices de los diferentes gremios, principalmente los artesanos, herreros y orfebres. 

En la actualidad, el trabajo como autónomo o freelance está ampliamente extendido en nuestra sociedad, una modalidad de trabajo que ha experimentado un gran impulso en los últimos meses por la mayor digitalización de las finanzas. La ‘gig economy’ engloba todos los trabajos esporádicos en los que el empleado –sin un contrato laboral con la compañía- desarrolla una labor mediante su mano de obra y los medios necesarios para su ejecución.

Madrid es la ciudad que cuenta más trabajadores por cuenta propia en toda España, según las estadísticas publicadas por el Ministerio de Trabajo y Economía Social. Los empleados autónomos suponen cerca de 200.000 personas en Madrid, seguida de Barcelona (150.000 autónomos) y Valencia (65.000 autónomos).

coworking Madrid

Frente a la opción de teletrabajar en casa, con todas sus ventajas e inconvenientes, la moda del coworking y los espacios compartidos son una opción cada vez más atractiva para muchos empleados que quieran formar parte de una comunidad. En 2005, el estadounidense Brad Neuberg alquiló una casa, la dividió en distintos departamentos y empezó a ofrecer conexión gratuita a Internet. Silicon Valley le concede el mérito de haber imaginado la primera oficina coworking del mundo, un concepto híbrido que suma las palabras collaborative y working

Desde entonces, los espacios coworking se han extendido por todo el mundo. Se espera que su número alcance los 25.968 en 2022, según datos publicados por la firma CoworkingResources, y que mueva un volumen de negocio de 26.000 millones de dólares a nivel mundial.

En España existen unos 800 espacios coworking, concentrados principalmente en Madrid y Barcelona. Los precios varían dependiendo de los servicios: desde 150 a 250 euros por un puesto fijo hasta unos 500 o 600 euros por una oficina privada con capacidad para cinco o seis personas. En Madrid, existen centros especializados en sectores económicos, como el Dcollab de la calle Hortaleza, pensado para diseñadores gráficos, creativos publicitarios, o The Shed en la calle Hermosilla, enfocado en el sistema emprendedor y de start-ups. Con 1.250 metros cuadrados y más de 600 clientes, entre los que se encuentran empresas como Carwow, JobToday o GoFundMe, The Shed se define como un espacio de “oficinas compartidas que le dan la vuelta al concepto de trabajar, creando comunidad y oportunidades para hacer networking en un espacio innovador donde la formación, las actividades, la decoración, las salas de reuniones les invitan a trabajar de otra manera”.

En la mayoría de casos, este tipo de empresas ofrecen un variado paquete de servicios que incluyen soporte informático y técnico, domiciliación de empresa para recibir paquetería, impresoras profesionales, centros de reuniones, catering, personal de apoyo para pequeñas labores administrativas, etcétera. Los más especializados ofrecen también consultoría empresarial en temas legales y fiscales, así como formación y conferencias en temas como bienestar personal y profesional, estrategias y ventas digitales, desarrollo de marca, liderazgo o desconexión digital, entre otras.

Después del boom inicial y de canibalizar el centro de muchas ciudades, este modelo de negocio no está exento de críticas y de riesgos. La empresa estadounidense de espacios coworking WeWork, por ejemplo, es el mayor propietario de oficinas en Londres, y ha superado al banco de inversión JP Morgan como principal dueño de inmuebles comerciales en Nueva York.

En un principio, el coworking estaba enfocado en el trabajo de artistas y creativos, cuyo modo de vida era, por definición, improvisado y cambiante marcado por el volumen de encargos. Al igual que los trabajos de los freelances, las oficinas compartidas de estos nómadas digitales suelen ser también temporales, lo que aumenta inestabilidad a un negocio marcado también por la incertidumbre y la precarización del mercado laboral.

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