Fluye el río Arandilla entre extensiones de cereales, castillos defensivos, viñedos, bodegas subterráneas y el sosiego del campo donde el viento conversa, mientras los pucheros de barro cocinan lechazo. Estamos en la provincia de Burgos, a poco menos de dos horas de Madrid, en Peñaranda de Duero (en la imagen de arriba).
Peñaranda de Duero
En las tierras altas de la Ribera del Duero, han habitado vascones, musulmanes y romanos. La muralla de Peñaranda de Duero conserva dos de las tres puertas originales, construida en el siglo XV y el castillo custodia la villa desde su privilegiada altura. El palacio de los Condes de Miranda o la ex colegiata de Santa Ana, son dignos de una visita. Es famosa su botica del siglo XVIII, que todavía sigue regentada por la octava generación de la familia Jimeno, convirtiéndola en la más antigua de España en funcionamiento; también la herrería, o el Rollo, una columna esculpida, protagonista de la bonita Plaza Mayor.
Restaurantes como La Posada Ducal, ofrecen en su carta platos típicos como escabeches, morcilla casera, picadillo burgalés, hojaldres rellenos de boletus, lechazo asado o recetas de temporada como cordero al chilindrón, olla podrida o zancarrón de novillo.

Los alrededores guardan verdaderas sorpresas, como las bodegas subterráneas de Moradillo de Roa, el pueblo de La vid y su monasterio de Santa María de la vid o el espectacular teatro Colonia Clunia Sulpicia, en Peñalba de Castro.

Bosque de Matasnos
La historia más reciente deja su poso en el viajero cuando escuchas el relato de cómo en 1960 se concedieron permisos para talar parte del bosque que se convertiría en un nuevo suelo para el cultivo del cereal. En la colosal tarea de talar y retirar la madera, se utilizaron asnos de carga que, debido al exceso de trabajo y el calor del verano, murieron en gran número.

Además de cereal, también se plantaron 4 hectáreas de viñedo que en el año 2005 compró la familia Postigo, con Jaime -el pequeño de 14 hermanos- a la cabeza, para desarrollar un sueño que hoy se embotella y etiqueta con el nombre de Bosque de Mastasnos.
D.O. Ribera del Duero
El Duero es el río más vitivinícola del mundo, de oeste a este, a su paso por la Denominación de Origen Ribera del Duero, se eleva de 700 a 1000 metros de altitud donde se han plantado más de 25.000 hectáreas de viñedo. Valladolid, Soria, Segovia y Burgos, donde nos encontramos ahora, constituyen este privilegiado itinerario de viticultores, bodegas y naturaleza.

Un lugar privilegiado donde la bodega Bosque de Matasnos ya tiene 70 hectáreas de viñedos, además de trufa, agricultura ecológica -de autoconsumo- y ganadería ovina.
El bosque mediterráneo, el clima continental y los 950 metros de altitud asisten en la elaboración de más 300.000 botellas de vino desde 2009, cuando se embotelló y comercializó la primera vendimia.
Suelos arcillosos, calizos, arenosos y de aluvión se disputan el terreno regado por el Duero y sus afluentes, para resolver la ecuación de «Suelo, luz y agua» como explica, en la visita a la bodega (un sábado al mes), el enólogo, director general y alma del proyecto, Jaime Postigo.

Un viñedo ecológico cultiva variedades como la Tempranillo, Merlot, Syrah, Malbec, Viognier, Verdejo y Chardonnay, que, abrazado por el bosque, queda a resguardo de la contaminación de pesticidas vecinos, logrando crear un hábitat medioambientalmente eficaz capaz de reintroducir aves rapaces o incluso convertirse en entorno para que las mariposas vuelvan a esta parte de Burgos. De hecho, como ejemplo de esta excepcional isla verde fortificada, la miel que elaboran las abejas de Bosque de Matasnos en el mejor bioindicador de lo que se ha logrado aquí. Durante más de una década, la miel ha estado certificada como 100% libre de pesticidas, además de ser de una calidad excepcional.

Después, roble francés en barricas de 250 o 500 litros -estas últimas para rebajar «la madera»- y un mínimo de 11 meses de crianza.
Para catarlo, la hospitalidad de los Postigo abre su refugio secreto del bosque para descorchar sus vinos acompañados de un cocido de chimenea que la familia Alonso, Chencho y su hijo Miguel Ángel, también hacen en Bargas (Toledo) y en su restaurante La Bodeguita del arte, en Madrid.

Escapadas desde Madrid
Otros lugares donde comer y dormir:
El lagar de isilla. Aranda de Duero.
Hospedería de Santa María de la Vid. La Vid.
Restaurante La posada de Moradillo. Moradillo de Roa.
