De compras con mascarilla. Fase 1

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Un paseo por la calle Fuencarral descubre una ciudad que comienza tímidamente a activarse tras más de 60 días de confinamiento.

 

 

Muchas tiendas abiertas, aunque no todas, con grandes medidas de seguridad para preservar la salud y muchas ganas de volver a sentir algo parecido a lo que entendemos como normalidad.

 

«Notamos las ganas de comprar y relacionarse»

Carles ha añadido una gran mascarilla azul a su uniforme de trabajo en la tienda The Body Shop. Abrieron el lunes 11 de mayo con cita previa y esta semana ya pueden atender a todo el mundo, controlando el aforo de la tienda.

«Viene muy poca gente y los que lo hacen vienen a tiro hecho. Entran como con dudas, compran lo que tienen pensado y se marchan cuanto antes», explica el encargado de la tienda de Fuencarral, que añade: «vendemos más en los horarios descritos para salir a pasear. Poco a poco la gente se va animando y notamos las ganas de comprar y relacionarse».

 

«Quieren socializar»

En la misma calle, casi enfrente, está la tienda Havaianas. En su interior Jennifer está sola mientras su compañera Natalia atiende a una clienta. Acaban de abrir sus puertas y son nuevas en el barrio. Antes estaban en la calle Arenal.

«Los clientes están muy tímidos pero entran a ver la nueva tienda con ganas de comprar».

En esta tienda no se pueden probar la ropa y las chanclas de verano, su producto estrella, se prueban con unos calcetines desechables.

«No les importa seguir el protocolo. La gente nos dice que ya necesita salir y recuperar su vida normal. Quieren socializar».

 

En todas las tiendas es obligatorio entrar con mascarilla, si no tienes, ellos te darán una. Además hay que lavarse las manos con gel hidroalcohólico, que es lo primero que te encuentras en la entrada, junto a carteles con otras indicaciones obligatorias como mantener la distancia o no entrar si hay dos o tres personas más en la tienda, dependiendo de los metros cuadrados que ésta tenga.

 

«El cliente viene con miedo»

La tienda Rituals parece ser la más concurrida esta mañana. Además de carteles indicativos y los botes de gel, el suelo está marcado con flechas que guían al cliente por el interior de la tienda haciéndole visitar la tienda en círculo. Abrieron el lunes 11 de mayo, pero solo llevan dos días con la reglamentación de aforo limitado.

Arturo es el encargado y pese a que en el poco rato que hemos estado ha atendido a más de tres clientas, dice que: «la venta va fatal. Esta calle no tiene ni el 10 por ciento de la gente que suele tener».

La semana pasada atendió a clientes de siempre, que volvieron a comprar, con cita, los productos que ya no pueden faltar en su casa. Pero ahora: «la venta es de un producto muy concreto que necesitan y ya está. Vienen tan rápido que por ejemplo, esta mañana una señora compró un producto que no quería. El cliente viene con miedo, sin ganas de hablar», explica Arturo.

Los productos que más venden siguen siendo los de siempre: gel de ducha, body cream y ambientadores de hogar. Nada ha cambiado el COVID19, en este sentido.

La fotografía de la portada es la tienda Rituals de la calle Fuencarral.

 

«Las medidas son extremas. No hay ningún problema»

En la tienda de moda femenina y masculina Salsa, está Rubén y una compañera sin clientes a los que atender. Abrieron ayer lunes «y la sensación es la de adaptarnos a una nueva realidad». El encargado de la tienda le da importancia a lo seguro que es ir hoy de compras: «Las medidas son extremas y no hay ningún problema. A la gente «le da vida» volver a hacer lo que más le gusta y a nosotros también».

Las colecciones de ropa y calzado o complementos de verano que cuelgan en todas las perchas y estanterías de las tiendas de esta calle parecen desoladas a la espera de la clientela.

 

«Estamos en la fase de acostumbrarnos a esta nueva realidad»

Anne está sola en Biscuit, una pequeña y deliciosa tienda de moda femenina que abrió ayer lunes. «Todo está demasiado tranquilo. Hay personas que entran a mirar la ropa de la nueva temporada. Solo de 20 a 21 horas hay más afluencia de clientas».

En Biscuit, como es todas las tiendas, es obligatorio llevar mascarilla, lavarse las manos y solo dejan entrar a tres personas a la vez, que solo pueden utilizar la mitad de los probadores. Cada vez que alguien se prueba una prenda, ésta se desinfecta, al igual que las cortinas y los probadores. Una máquina de ozono o la vaporeta son ahora indispensables para vender ropa.

«El cliente entra con mucho respeto, leyendo las normas y cumpliéndolas muy en serio. No se sienten cómodos. Estamos en la fase de acostumbrarnos a esta nueva realidad, pero todo mejorará».

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