La Cocina del Palacio Real de Madrid constituye un caso único entre los Palacios Reales europeos. Las salas proyectadas por el arquitecto Juan Bautista Sachetti, en 1737, en el ala este del edificio, han conservado su función hasta nuestros días con la distribución y equipamiento del siglo XIX.
Tanto por su tamaño, como por la conservación del conjunto y variedad de los accesorios, es el ejemplo más importante conservado hasta nuestros días entre las cocinas históricas de las residencias Reales europeas.
El conjunto conservado corresponde a la reorganización isabelina de 1840, momento en que las dependencias para la gastronomía real quedaron agrupadas en la Real Cocina, la Repostería y en la Botillería y Cava.
La instalación de los oficios culinarios en los locales de la antigua cocina de Estado y Ramillete tuvo lugar cuando la joven Isabel II se trasladó definitivamente a este lado de Palacio. Su boda en 1846, la de Alfonso XII en 1877 y la de Alfonso XIII en 1906 marcaron las renovaciones llevadas a cabo en la Real Cocina, en la Repostería y en la Pastelería.
Las piezas de cobre estañado proceden de las baterías compradas en París. También se exhiben piezas españolas de la segunda mitad del siglo XVIII y de la primera del XIX procedentes de las reales cocinas de Aranjuez, San Ildefonso y El Pardo.
Al reinado de Isabel II corresponden las estanterías o vasares de madera y sobre todo, las dos grandes “cocinas económicas” asociadas a dos estufas o armarios calientes e instaladas en 1861. Con el Rey Alfonso XII se perfeccionaron las instalaciones incorporando un gran horno de asar, una parrilla fumífera y otras piezas como las grandes mesas de álamo negro sobre pies de fundición. El conjunto, incluidas las baterías de cocina realizadas en París, seguía el modelo de las grandes cocinas francesas del siglo XIX.
Una vez que se pasa por la Portería de la cocina -junto a la que se encuentra el montaplatos-, la primera sala constituye la Cocina de Ramillete o de la Repostería. El oficio del Ramillete -denominación que se daba a los adornos artificiosos de dulces con los que se decoraban las mesas – preparaba las compotas, bizcochos, dulces, refrescos, helados, chocolate y otras bebidas calientes.
De la repostería formaba parte también la sala siguiente, donde actualmente se muestra una selección de vajillas diarias de loza.
En la Antecocina, o Sala de preparación, los vasares -estante o repisa que sirve para poner la vajilla u otros objetos- y la larga encimera en la pared de las ventanas son isabelinos, como la fuente, pero las mesas fijas corresponden al reinado de Alfonso XII. De tiempos de Alfonso XIII son la mesa para cortar carne y los dos elementos más modernos de toda la Real Cocina: la nevera eléctrica y el légumier para lavar las verduras, de 1930.
La Cocina grande, o Sala de fogones, presenta un conjunto de grandes piezas en hierro fundido, algunas madrileñas y otras parisinas, todas de inspiración francesa, cuya conservación y tamaño resultan insólitos. El horno grande y la parrilla “prusiana” fueron instalados en 1877 por orden de Alfonso XII, gran aficionado al roast-beef. Son del siglo XVIII la fuente y el horno, aunque éste se reformó dos veces en el siglo XIX. Los vasares son isabelinos y alfonsina la mesa de álamo negro de 1884.
La visita será libre y supondrá un suplemento de 4 euros a la tarifa básica, es decir, visitar todo el recinto del Palacio Real de Madrid costará 14 euros, 15 euros si hay una exposición temporal. No obstante, también existirá una tarifa única de 5 euros para la visita solo de la Real Cocina. Toda la información AQUÍ