A tan solo una hora de Madrid, entre los cerros y llanuras de Valladolid y Palencia, se encuentra Cigales, un lugar único para viajar a través del vino.
El pequeño municipio castellanoleonés conocido por ser la cuna del clarete, se ha convertido en un importantísimo productor y exportador de vinos muy variados y de calidad.
Cigales es enología en estado puro, es cultura, es gastronomía, es deporte y naturaleza. Es el destino perfecto para escapar de la rutina a un entorno aislado del estrés y el jaleo de la gran ciudad.
Castilla y León es tierra de sabor y Valladolid es tierra de vino. La Denominación de Origen Cigales se encarga de continuar con el legado del vino heredado de los romanos, quienes trajeron las primeras vides. Con procesos parecidos a los de producción del vino tinto, fermentando con los hollejos y añadiendo un gran porcentaje de uvas blancas, han conseguido durante siglos enamorar con el aroma, los colores y el gusto de sus claretes. La continua evolución del mundo y el mercado se ha traducido en la reserva del clarete para un consumo municipal y en el auge de los rosados y tintos. Vinos elegantes y apetecibles, llamativos y sabrosos, que se han adaptado a los gustos del consumidor sin perder esa tradición que se ha terminado convirtiendo en un arte.
1200 bodegas
La cultura del vino y el amor hacia esta antigua y humilde bebida se hace presente en todos los rincones. Entre los viñedos característicos de la zona se localizan más de 1200 bodegas. Algunas de ellas yacen bajo tierra en antiquísimos barrios de bodegas tradicionales y, aunque la mayoría están en desuso, permiten recordar y conocer el viejo oficio.
Mucientes es uno de los pueblos que mantienen estos centenarios tesoros subterráneos. Siguiendo las direcciones marcadas por los pájaros pintados en los murales de Manolo Sierra que adornan sus calles, se llega al Museo del Vino, una bodega visitable que conserva los recursos vinícolas más antiguos. Otras muchas se han subido al tren de la tecnología y han implantado en la elaboración de sus vinos técnicas e instrumentos innovadores para aumentar la producción y no perder su esencia. Una perfecta armonía entre la tradición y la modernidad que refleja la evolución vinícola a lo largo de los tiempos.
Las morcillas Marujas
Pero cuando se habla de Cigales la gastronomía también ocupa un lugar primordial. Las materias primas con las que cuentan son indudablemente excepcionales. Las famosas morcillas Maruja, el lechazo asado, el “pan de pueblo”, sus quesos y sus brasas son un verdadero espectáculo para los sentidos. La clásica cocina castellana se puede disfrutar en muchos de los bares y restaurantes locales. Para poder degustar estos manjares es obligada la visita al Bodegón El Ciervo, una antigua bodega rehabilitada a modo de restaurante.
Es sorprendente ver cómo en este pequeño municipio la cocina vanguardista también ha encontrado su lugar. La tecnología avanzada, que se ha implantado en los fogones cigaleños, ha dado una vuelta de tuerca a la tradición trayendo consigo una visión más moderna de los productos típicos. Las esferificaciones y los trampantojos ya se asoman por algunas de sus cartas.
«La experiencia enoturística se completa con actividades como el senderismo, un paseo a caballo, en bicicleta o piragüismo».
La parte más dulce la pone Valoria la Buena. Allí se encuentran las colmenas de Miguel y Gonzalo, dos ingenieros de montes que empezaron en la apicultura como entretenimiento y que hoy se ha convertido en su forma de ganarse la vida. La variedad floral de la zona es única, lo que les ha llevado a que sus excelentes mieles se sitúen en los primeros puestos de los rankings nacionales e internacionales. Asimismo, estos apicultores ofrecen visitas a sus colmenas que finalizan con una deliciosa cata.
Y para los más golosos esto no acaba aquí. A escasos minutos de las colmenas, por la A-62, un olor a chocolate inunda el ambiente. El Monasterio de San Isidro de Dueñas (también llamado Monasterio de la Trapa), de estilo románico y herreriano, se vislumbra a un lado de la calzada. Los monjes trapenses, que lo albergaron durante el siglo XIX, fueron los primeros en elaborar el chocolate Trapa. Desde 1960 el famoso chocolate lo produce una inmensa fábrica situada justo al otro lado de la carretera que cuenta con una acogedora tienda y un pequeño museo.
Un viaje al medievo
El Monasterio de la Trapa no es el único enclave medieval de Cigales. El majestuoso Castillo de Fuensaldaña, reformado y visitable o el Monasterio Cisterciense de Palazuelos, construido en el valle del río Pisuerga, son también dos huellas evidentes del medievo. Son maravillas arquitectónicas que llenan de encanto los caminos y que los convierten en verdaderos escenarios de cuento.
El Canal de Castilla
La Ruta del Vino Cigales cuenta con una gran riqueza paisajística. El río Pisuerga fluye por el municipio, dejando a su paso preciosos valles y suelos fértiles idóneos para el cultivo de la uva. El Canal de Castilla, uno de los proyectos de ingeniería más importantes de la España del siglo XVIII, discurre a lo largo de 28 kilómetros. El deporte es el complemento perfecto para terminar la experiencia enoturística: senderismo, un paseo a caballo o en bicicleta, piragüismo… y practicarlo entre la tranquilidad y el verdor de la zona es todo un privilegio. Además, el cielo también sabe que nos encontramos en tierra de vino y cada día, cuando el sol se esconde en el horizonte, aprovecha para teñirse de ese color rosado tan propio de Cigales.
Cigales no deja indiferente. Su historia, su gente, el amor y el mimo con el que elaboran sus productos y su arraigada cultura del vino lo convierten en un lugar único. Sus técnicas culinarias y vinícolas han pasado de generación en generación y las han convertido en uno de los motores principales de la economía. Y es que, qué bonito es vivir de la tradición y la autenticidad en un mundo cada vez más tecnológico y globalizado.
Texto y fotos de Cristina Zimmermann de Santa Ana.
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