Un grupo de amigos cocinan más de 300 menús solidarios al día durante el estado de alarma

Tiempo de lectura: 6 minutos

Ángel, Jorge y Javier en las cocinas del restaurante Mec Mec Café.

 

El pasado domingo 8 de marzo el grupo de Whatsapp de Ángel echaba humo. Toda España estaba muy preocupada por la situación sanitaria debido a las noticias de contagios por un nuevo virus al que llamaron COVID19. El Estado de Alarma era inminente y mientras las frases saltaban en las pantallas de los móviles intentando enlazar una caótica conversación, Javier dijo: «tenemos que ayudar. Esto se va a parar y hay que hacer algo».

24 horas después, el grupo de amigos estaba haciendo una descomunal compra en Macro para llevarla a las cocinas del restaurante Mec Mec Café, propiedad de Javier, y que ese lunes cerraba para comenzar el confinamiento.

La idea era dar de comer a los cuerpos de seguridad del estado y hacer menús para personas necesitadas.

El empresario Javier Villanueva, capitaneando esta insólita acción solidaria, comenzó a telefonear a otros amigos y conocidos para buscar el apoyo de voluntarios y aportaciones a la causa.

Los cinco amigos del grupo fueron a hacerse unas pruebas privadas del COVID19. Todos negativo. Todos a las cocinas.

 

 

¿Y ahora qué?

Ángel perfeccionó hasta el aplauso su tortilla de patatas, Cristóbal organizó el comedor para convertirlo en una eficiente cadena de envasado y embalaje de menús para llevar, Álvaro conseguía de una empresa amiga, un rico postre de magdalenas y brownies (de la marca Brompton House), Nacho es el que mejor pela las patatas y Juanma trae las croquetas más ricas. Mientras Javier se encargaba de involucrar a empresas, grandes y pequeñas, como Coca Cola, Cepsa, Avance Cartón o El Pato de Oro, para que aportaran material o productos.

Al mismo tiempo, el Restaurante Rubaiyat cerraba sus puertas, como todos los del resto de Madrid y España, y Jorge, uno de sus cocineros, se apuntaba a la aventura que comenzaba a fraguarse en el restaurante Mec Mec, en la salida 24 de la carretera de Burgos.

En las cocinas, poniendo orden, se apuntaba Jesús. Y a los pocos días llegaban Papito y Nacho, dos cocineros del Restaurante El Invernadero. El equipo creció con los hijos de todos ellos, jóvenes de entre 20 y 26 años dispuestos a pasar horas trabajando cada día como voluntarios.

El equipo estaba montado y tras unos primeros días de vorágine, todo comenzó a fluir al mismo tiempo que la demanda de los menús para familias necesitadas no paraba de crecer. 260 menús diarios para parroquias de Madrid y más de 100 para camioneros, fuerzas de seguridad y sanitarios.

De primero, ensalada de pasta y de segundo, pastel de carne. Pan y postre. El menú de mañana: Lentejas y patatas alioli….

«Dile a Javier y a sus amigos del Mec Mec que ayer un chaval vino por la tarde a la iglesia para decirme que nunca había comido una lentejas tan ricas», explica El padre Pedro, cura de la parroquia de Santa Inés, en Villaverde Alto, a la vez que ayuda a recepcionar los menús del día.

Mientras tanto, desde primera hora de la mañana hasta las cuatro de la tarde, todos los días, incluidos sábados y domingos, los amigos del Mec Mec atienden a Policías, Ejército, Guardia Civil, Cruz Roja, doctores y enfermeros del Summa 112, miembros de protección civil y camioneros, que paran a tomar un café, pedir un bocadillo o llevarse un menú.

Cuenta la leyenda que las tortillas de Ángel se han hecho tan famosas -en plural, porque las hace también de mayonesa y ventresca- que hasta la Policía de Pozuelo ha llegado hasta el Mek Mek preguntando por ellas. Lo cierto es que Ángel, a día de hoy, lleva cocinadas más de 350 tortillas y el resultado comienza a rozar la excelencia.

Javi, Óscar y Carlos son un equipo del Summa 112 que conducen un VIR -Vehículo de Intervención Rápida-  «Cuando comenzó el Estado de Alarma no había ningún sitio para beber un vaso de agua, para comer, ir al baño o tener unos minutos de relax. Cuando se corrió la voz de que aquí nos atendían, vinimos enseguida y ya nunca hemos dejado de volver. Pasar de la comida de casa metida en un tupper a lo que nos dan en Mec Mec es un lujo».

Un grupo de cuatro Guardias Civiles no nos dejan hacerles una fotografía pero en la conversación resaltan que «esto ha sido una gran iniciativa».

Las jornadas duran más de siete horas diarias, pero tanto en la cocina, como en la sala de servido y envíos o la barra de atención en la calle, el ambiente es fabuloso, amigos sonriendo mientras trabajan duro y viven anécdotas que ya nunca olvidarán. Y todos coinciden: «Es una gran experiencia».

Vidal sigue informando en la puerta evitando que algún cliente de la gasolinera vecina piense que el restaurante está abierto. Recuerda a todos que deben mantener la distancia de seguridad y colabora como el que más en el comedor envasando menús o sirviendo un café.

David es un camionero que hace a diario la ruta Santander – Azuqueca. Saluda a Vidal con compañerismo y pide un café. «Las primeras semanas lo pasamos muy mal porque no había nada, ni nadie en la carretera. Un día vi movimiento aquí y paré. Esto es un alivio. Estoy muy agradecido».

A las 12 de la mañana salen dos coches con los pedidos a las parroquias. Ato conduce un monovolúmen al que han quitado las filas de asientos para cargar cajas con menús. Primera parada, unos pisos en el barrio de Hortaleza gestionados por la iglesia. La segunda entrega en el Villaverde Alto, concretamente en la Iglesia de Santa Inés, donde espera el Padre Pedro Muñoz. Más de 13 años en este barrio y ya le tocó pasar la crisis del 2008, donde tuvieron que atender a más de 400 familias. En esta ocasión rozan las 200 familias, pero «me temo que va a seguir subiendo», explica el cura.

En el despacho parroquial se acumulan kilos de arroz y latas. Tres grandes cuadros presiden una sala funcional llena de actividad. La Madre Teresa de Calcuta, el Papa Juan Pablo II y el Padre Pío de la Pietrelcina ejercen de testigos de la transformación del local en un «pequeño hospital de campaña».

150 menús diarios llegan desde Mec Mec hasta aquí, para unirse a las ayudas del Banco de Alimentos o la acción social de Cáritas Madrid. «Porque esta crisis ha vinculado a la gente cristiana y los que no lo son, pero quieren ayudar. Y yo estoy muy agradecido a todos», concluye este cura lleno de optimismo.

De vuelta en Mec Mec, Lidia y Eduardo se llevan sus menús para comer, después de haber compartido un refresco en la terraza y los últimos avisos que han atendido. Son técnicos de emergencia sanitaria del cuerpo de ambulancias municipales de Algete. «Han subido mucho las caídas en vía pública y los trombos e ictus», aclaran antes de volver al trabajo. Lidia nos recomienda probar la tortilla de ventresca.

Javier no deja su teléfono móvil, su oficina ambulante. Un bocadillo de lomo a la plancha y queso, cocinado por él mismo, es su comida del día. Antes de acabar la jornada nos dice que le gustaría seguir haciendo esto cuando todo termine. Continuaremos en otro local porque la experiencia personal y de los voluntarios es muy gratificante.

 

 

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