Antes de que el verano comience oficialmente, las terrazas de Madrid se llenan de público deseoso de volver a vivir la sensación de fiesta arropados por el calor y la luz de la puesta de Sol.
Madrid siempre ha sido una ciudad de “terraceo”, pero en los últimos años la moda nos ha llevado hasta las azoteas, y la verdad es que merece la pena. Aquí tienes tres de las mejores de la ciudad.
En la temporada estival Las Cuevas de Sandó se trasladan a la azotea del hotel Santo Domingo (Plaza de Santo Domingo, 13). Sunset Lookers, así se llama su terraza, es un oasis de hedonismo urbano situado a pocos metros de la Gran Vía madrileña. Es el espacio perfecto para disfrutar de cócteles y copas premium, tanto las tardes de afterwork como los fines de semana, con unas vistas privilegiadas de la ciudad de 360º. También disponen de algunas propuestas para picar. El horario es de jueves a sábado de 20.00 a 02.00 horas y estará abierta a finales de mayo.
En la Gran Vía, 66, la azotea del Hotel Vincci Vía 66 se llama Roof 66, y regala unas preciosas vistas al Parque del Oeste, los Jardines del Moro y la Casa de Campo. Custodiando la terraza, la cúpula y la escultura de la Unión y el Fénix que corona el edificio colindante, sirve de perfecto decorado. Gran servicio, buena música y gran variedad de copas premium y coctelería. Con especialidad en combinados brasileños. Este año han incorporado sishas a su oferta.
Y la tercera es uno de los mejores restaurantes de nuestro país. La Terraza del Casino y la cocina del chef Paco Roncero. Un espacio aboslutamente exquisito y varios menús degustación para el disfrute de auténticos gourmets. En verano abre su terraza y las sensaciones se multiplican.
¿Sabías que las primeras terrazas que se abrieron en Madrid fueron las de los cafés de París y de Francia, ambos en el Pasaje de Matheu, que une la calle Espoz y Mina con la calle Victoria, en 1870?
¿Sabías que la coctelería más antigua de Madrid, que continúa abierta, es Cock?
Se inauguró en 1921. Y como curiosidad, tienes que saber que, en 1947 fue comprada por Perico Chicote, dueño del famoso bar Museo Chicote, abierto en 1931, que unió los dos locales por un pasadizo subterráneo donde el barman instaló su nutrida y mítica colección de botellas.
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